CRÍTICAS de ESTRENOS: URCHIN
CRÍTICAS de ESTRENOS: URCHIN
"confirma que Harris Dickinson no solo sabe actuar, también sabe mirar: un debut visualmente hipnótico y emocionalmente honesto que brilla por su sensibilidad, aunque tropiece al final de su camino"
★★★☆☆
Escrito por: Andrés García
Titulo original: Urchin
Duración: 99 minutos
Dirección: Harris Dickinson
Guion: Harris Dickinson
Reparto: Frank Dillane, Megan Northam, Diane Axford, Murat Erkek, Moe Hashim, Amr Waked, Shonagh Marie, Karyna Khymchuk, Okezie Morro, Natasha Sparkes, Oriana White
Fotografía: Josée Deshaies
Música: Alan Myson
Género: Drama
Distribuidora en Cines: Karma Films
Fecha de Estreno en Cines: 14 de noviembre de 2025
SINOPSIS
En las calles de Londres, Mike, un joven sin hogar, lucha por sobrevivir mientras se enfrenta a su pasado y busca una salida a su situación. Su vida transcurre entre la marginalidad y breves destellos de esperanza. A medida que se adentra en un camino de autodescubrimiento, surgen oportunidades inesperadas que podrían marcar un nuevo comienzo. URCHIN es un retrato íntimo y conmovedor sobre la fragilidad humana y la posibilidad de redención.
OPINIÓN
Escrito por: Andrés García
Tras hacerse un nombre en Hollywood con películas como El triángulo de la tristeza, El clan de hierro o Babygirl, y tras asegurarse el papel de John Lennon, Harris Dickinson da un paso que pocos actores se atreven a dar: se sienta en la silla de director. Su debut, Urchin, es un drama social con tintes cómicos que sorprende por su sensibilidad y por la claridad de su visión artística. Dickinson no es otro actor más con el capricho de dirigir. Tiene algo que decir y arriesga para hacerlo.
La película sigue la historia de Mike, interpretado por un extraordinario Frank Dillane. Su personaje sale de prisión con la ilusión de empezar de nuevo. Cree, ingenuamente, que el sistema le tenderá la mano, que habrá una oportunidad para reinsertarse y dejar atrás su pasado. Pero pronto descubre que esa esperanza es frágil, casi ficticia. Urchin se encarga de desmontar esa falsa promesa, mostrando un sistema roto, en el que lo marginal sigue siendo marginal y en el que escalar es prácticamente imposible.
La interpretación de Dillane es de las que dejan huella. La forma en la que expresa el dolor de su personaje a través del cuerpo, los silencios y los gestos lo convierte en algo más que una actuación: es una presencia que traspasa la pantalla. Su manera de equilibrar el drama con los momentos cómicos —esa risa nerviosa con la que Mike intenta sobrevivir— es profundamente humana. Es una de las mejores interpretaciones del año, aunque seguramente solo se reconozca en el circuito de festivales, una pena teniendo en cuenta la dimensión emocional que alcanza. En cualquier caso, su trabajo deja claro que estamos ante un actor británico al que vale la pena seguir muy de cerca.
A lo largo de la película, Mike pasa por distintos trabajos, viviendas y entornos sociales, en un intento constante de rehacer su vida. Dickinson aprovecha este recorrido para exponer las grietas del sistema capitalista y la manera en que la sociedad da la espalda a quienes más necesitan apoyo. Su intención es clara y valiente, pero no termina de cerrar el arco que promete. La historia plantea un camino de redención que nunca llega a completarse; no ofrece esperanza, pero tampoco se atreve del todo a condenar la situación. Urchin se queda, así, en un punto intermedio: no es una película luminosa, pero tampoco una historia trágica sin salida.
Como director, Dickinson sorprende por su valentía y por la delicadeza con la que compone cada plano, pero en el guion peca de prudente. Durante buena parte del metraje parece que la historia va a tomar un rumbo que finalmente no se atreve a seguir, lo que deja cierta sensación de espera, de algo que no termina de llegar. Aun así, el viaje de Mike es valioso, incluso cuando las secuencias psicodélicas interrumpen la narración y distraen más de lo que aportan. Su recorrido no es el de un héroe, sino el de un hombre que intenta encontrar sentido a su vida dentro de un mundo que no deja de cerrarle las puertas.
En definitiva, Urchin presenta a Harris Dickinson como un cineasta con mucho potencial y una voz propia dentro de la industria. Su debut no es perfecto, pero sí honesto, potente y visualmente hipnótico. La película empieza con fuerza y mantiene el interés con una dirección muy cuidada, aunque el final se desinfla y deja la sensación de haber chocado contra un muro. Aun así, el viaje merece la pena: Urchin no ofrece respuestas fáciles, pero sí una mirada sincera sobre la frustración, la esperanza y la supervivencia. Y, sobre todo, confirma que Dickinson no solo sabe actuar, sino que también sabe mirar el mundo con una sensibilidad que promete grandes cosas por venir.


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