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CRÍTICAS de ESTRENOS: ESA COSA CON ALAS

CRÍTICAS de ESTRENOS: ESA COSA CON ALAS

"una mirada cruda y humana sobre la pérdida: Southern firma un relato que late más en lo cotidiano que en lo fantástico, aunque un cuervo inquietante se empeñe en robarse la atención"

Escrito por: Andrés García

Título Original: The Thing with Feathers

Duración: 98 minutos

Dirección: Dylan Southern

Guion: Dylan Southern. Libro: Max Porter

Reparto: Benedict Cumberbatch, Richard Boxall, Henry Boxall, Eric Lampaert, Sam Spruell, Vinette Robinson, Jessie Cave, Leo Bill, Tim Plester, Adam Basil, Garry Cooper, Pierre Bergman, Max Porter, Lesley Molony, Joakim Skarli, Dwane Walcott, Matthew John Wright, Nandi Bhebhe, Rimca Karmakar, Claire Cartwright, Stuart Cooke

Fotografía: Ben Fordesman

Género: Drama

Distribuidora en Cines: Avalon

Fecha de Estreno en Cines: 31 de Octubre de 2025

SINOPSIS

La vida de un joven padre de familia (Benedict Cumberbatch) da un giro tras la inesperada pérdida de su mujer. Él y sus dos hijos pequeños tendrán que superar el duelo para recuperar la paz interior y mirar al futuro con esperanza.

OPINIÓN

Escrito por: Andrés García

La muerte aparece una y otra vez en el arte. ¿Por qué? Porque, aunque la hemos contado de mil maneras, sigue siendo el misterio más grande que compartimos como especie. Y "Esa cosa con alas" lo entiende: no busca resolver la pregunta; lo que hace es mostrar cómo nos rompemos (y cómo nos recomponemos) cuando la vida nos empuja contra ese agujero oscuro.

Lo potente de la película es que convierte lo íntimo en universal. El duelo es, por definición, personal -cada persona lo vive distinto-; sin embargo, la película nos recuerda que también hay reglas no escritas: la sociedad pone límites a cuánto tiempo puedes estar paralizado por la pérdida. Esa tensión entre dolor y expectativa social es el motor del film.

Southern lo visualiza con una metáfora muy clara: el cuervo. Ese primer encuentro no es casual. Es el primer "quién te va a decir que ya basta" que enfrenta al personaje de Benedict Cumberbatch cuando se instala en la autocompasión. Y no es solo una voz: a lo largo del metraje aparecen otros personajes que, con dureza o cariño, le exigen ponerse de pie y asumir las responsabilidades que la tragedia dejó atrás.

Porque la muerte de su mujer no es solo la ausencia de una persona: es la ausencia de la madre de sus hijos. Y ahí -en lo doméstico, en lo cotidiano- se desvela el meollo de la historia. Southern pone el foco en lo que antes pasaba desapercibido: el papel de la mujer sosteniendo la casa y la familia, y el padre como figura casi ceremonial. Cumberbatch está magnífico en ese retrato: desorientado, incapaz de encontrar las cosas del hogar, sin idea de los desayunos de los niños, rodeado de un caos que habla por él. Esos pequeños detalles -una casa desordenada, unas rutinas que se deshacen- dicen más que cualquier frase grandilocuente.

La película está estructurada en capítulos dedicados a distintos personajes, y la decisión funciona. Le da ritmo a una historia dura y evita que la mirada se estanque en el dolor como espectáculo. Al principio cuesta entrar: la falta de contexto puede dejar al espectador fuera de la ola de sufrimiento. Pero el film crece: gana fuerza y consigue su punto más emocionante en el capítulo dedicado a los hijos. Desde ahí, la intensidad se mantiene y sube hasta un final que, sin estridencias, resulta embriagador y conmovedor.

Ahora bien: la parte fantástica -ese cuervo que se mueve entre lo inquietante y lo indecible- tiene sus fisuras. La ambigüedad sobre sus intenciones crea una tensión interesante, pero la película estira demasiado la duda; llega casi hasta el tercer acto sin resolver si el cuervo ayuda o entorpece a la familia, y esa pregunta acaba distrayendo porque no es el corazón de la historia. Además, el CGI del ave chirría: el diseño semihumano resulta extraño y, en vez de provocar terror, genera extrañeza y cierta incredulidad.

Pese a eso, "Esa cosa con alas" acierta donde importa: en lo humano. No hace concesiones a la ternura fácil ni a la solemnidad impostada; narra con crudeza las dificultades del duelo en una familia que, entre la parálisis y la esperanza, aprende a seguir viviendo sin traicionar el recuerdo de quien se fue. Es una película que duele y consuela a la vez -como debería ser- porque entiende que avanzar no es olvidar, sino llevar el amor como equipaje mientras aprendemos a caminar de nuevo.


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